Acostumbrados a las impresiones en papel, el poder crear maquetas en tres dimensiones a partir de un diseño por ordenador gracias a la impresión 3D aún puede resultar chocante para algunos. Hoy en día es posible imprimir a diferentes tamaños desde juguetes hasta implantes humanos que cada vez se emplean más en medicina. Sin embargo, ¿es posible ir más allá?

Puede resultar futurista el pensar que dentro de un par de años nuestras comidas se lleguen a producir mediante impresión 3D, pero lo cierto es que esta idea ha abandonado el ámbito teórico para comenzar a convertirse en una realidad.

Partamos de dos elementos: un ordenador y una impresora 3D. Los ingredientes de la comida se colocan en diferentes cartuchos, bien por separado o ya estando mezclados, y estos se van imprimiendo por capas hasta producir el alimento.

Hasta ahora los estudios realizados se habían basado en el examen de las posibilidades que presenta la impresión 3D de comida dentro de una perspectiva tecnológica. Sin embargo, ha habido también estudios que buscaban analizar la percepción de esta posible forma de alimentación y las barreras de mercado con las que puede toparse, porque la realidad es que ya existen impresoras de alimentos en 3D con aplicaciones en distintos ámbitos alimenticios como el catering, chocolaterías u hospitales y residencias. Es por ello por lo que resulta necesario estudiar las implicaciones de este tipo de comida en la seguridad alimentaria.

 

Cabe mencionar que no existe una legislación específica que regule la impresión de comida, por lo que esta debe ceñirse a toda aquella relativa a los alimentos y a la seguridad alimentaria que se encuentre en vigor.

Son varios los peligros a tener en cuenta cuando hablamos de seguridad alimentaria y que pueden recogerse, de forma general, en estos grupos:

  • Peligros biológicos: Son aquellos causados por los seres vivos, tanto microscópicos (bacterias, virus, protozoos, mohos y levaduras) como no microscópicos (parásitos) que pueden contaminar el alimento o bien, si ya estaban presentes en él, multiplicarse hasta niveles inaceptables. Este tipo de peligro puede producirse cuando los productos se consumen crudos, cuando hayan sido sometidos a un mal tratamiento térmico o se hayan almacenado a temperaturas inadecuadas, así como por una mala higiene personal a la hora de manipular el producto o incluso por la misma composición del alimento, que tenga mayor predisposición a sufrir este tipo de alteración.

 

  • Peligros químicos: Son aquellos debidos a procesos que de por sí resultan contaminantes, como la formación de compuestos como la acrilamida (que se produce por ejemplo cuando se quema el aceite), o causados por los residuos de los productos de limpieza y desinfección, por los aditivos empleados en la elaboración de distintos platos o por la migración de compuestos desde los materiales que se encuentran en contacto con los alimentos.

 

  • Peligros físicos: Cuando nos referimos a ellos solemos hablar de cuerpos “extraños” en el alimento, como puede ser cuando encontramos restos de distintos materiales ajenos al producto, por ejemplo piezas de cristal, plástico, madera o fibras, entre otros.

 

 

Según los expertos, si queremos salvaguardar la seguridad de los alimentos producidos mediante la impresión 3D hemos de asegurar los puntos básicos, por lo que habría que empezar por emplear una impresora específica de alimentos para que, por un lado, permita ser desmontada con facilidad para poder hacer una correcta limpieza y desinfección de todas sus partes y de esta forma disminuir el riesgo de aparición de los peligros biológicos y físicos antes mencionados. Y por otro lado es imprescindible que se encuentren hechas de materiales que no puedan migrar al alimento y producir alteraciones en el mismo, lo que supondría un peligro químico.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta son los alérgenos, que como sabemos son sustancias que pueden inducir una reacción alérgica o de hipersensibilidad en personas susceptibles que han estado antes en contacto con él. La cuestión a considerar es si este tipo de procesado podría originar o no la formación de nuevos alérgenos.

 

Puede no ser del gusto de todos, pero aún queda mucho por estudiar y  por ahora lo que resulta innegable es el avance electrónico, informático y alimentario que supone este nuevo método de elaboración de comidas, cuya reticencia generada sólo está a la altura de la curiosidad por lo que nos puede deparar el futuro en este aspecto.

Por Irene Yborra Golpe (Veterinario)

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